jueves, noviembre 26, 2009

MO


Sin un hogar fijo, primero en el acuario de la tienda con otros tantos de su especie, luego en una pecera que ya tenía dueño y señor, por la cual tuvieron una pequeña disputa y hubo que separarlos, para terminar finalmente en su morada, donde vivía feliz sin que nadie le molestase.

Nunca olvidaremos tus volteretas imposibles ni como te gustaba despertarme a media noche haciendo pompas o tirando piedras contra el cristal, o como venias a recibirme al borde de la pecera para darme los buenos días (y pedirme comida!).

Hasta siempre, MO.

1 comentarios:

Unknown dijo...

ooohh!!!,pobrecino, se fue al cielo de los peces, descanse en paz junto a pavarotti.